Los correctores nutricionales están destinados a resolver deficiencias puntuales de micronutrientes, así como a mejorar condiciones físico-químicas del suelo que dificultan la absorción de los elementos presentes. Productos a base de hierro, zinc, manganeso o boro, entre otros, se emplean para corregir fisiopatías visibles o anticiparse a desequilibrios latentes mediante diagnósticos previos basados en análisis foliares o del suelo.
Dentro de esta categoría también se integran los correctores de pH, salinidad o sodicidad, especialmente relevantes en suelos degradados o en aquellos que han sido sometidos a una alta presión agrícola. Su uso estratégico permite recuperar la capacidad de intercambio catiónico, desbloquear nutrientes fijados y mejorar la estructura del perfil edáfico, creando un entorno más favorable para el desarrollo radicular y la actividad microbiana beneficiosa.